La llegada de un bebé a casa es siempre un acontecimiento feliz para la familia, pero que puede resultar estresante para nuestro gato.
Cualquier cambio brusco en el entorno, puede ser interpretado por el gato como una amenaza que puede desencadenar estrés y ansiedad.
En este sentido, no cabe duda que la llegada de un bebé supone muchos cambios en los hábitos de la familia, cambios en las habitaciones y mobiliario, el propio bebé traerá nuevos olores y sonidos, visitas de familiares, etc…
La mayoría de gatos se adaptarán rápidamente al bebé. Según su carácter, unos se quitarán de en medio, retirándose a un lugar que consideren seguro y tranquilo y solo después de un tiempo iniciarán movimientos progresivos de aproximación, otros más afectivos buscarán desde el primer momento contacto y afecto.

Pero hay un pequeño porcentaje de gatos más tímidos y miedosos, para los que la llegada del bebé puede suponer una fuente de estrés importante.
Es absurdo pensar que un gato puede sentir celos del bebé, la realidad es que el bebé y los cambios que se producen en el hogar, causan miedo y estrés en algunos gatos.
Algunos gatos sufren mucho cuando no pueden hacer lo que necesitan o no pueden evitar aquello que les asusta.
Esto puede ocurrir por ejemplo, cuando la habitación que vamos a dedicar al bebé era su lugar de descanso favorito o cuando los lloros del bebé asustan a nuestro gato.
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Si por cualquier razón, el gato no es capaz de adaptarse a la nueva situación, se volverá más inactivo, dejará de hacer conductas que antes eran habituales y usará menos partes de la casa.
El estrés también puede cambiar su comportamiento, evitando el contacto con los miembros de la familia, se puede volver más irritable e incluso agresivo.
En otras ocasiones los gatos bajo situaciones de estrés empiezan a marcar con orina.
Por tanto, el primer paso para evitar cualquier problema de comportamiento en el gato será asegurar que se adapte progresivamente a los cambios en el entorno que conllevan la llegada del bebé.
Antes de que el bebé llegue a casa:
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Planificar los cambios en el territorio: la habitación del bebé debe prepararse durante el embarazo.

Debe permitirse que el gato investigue gradualmente los nuevos objetos, como el cambiador o la cuna para que se de cuenta que no son peligrosos y los acepte como parte de su territorio.
Hay que tener en cuenta que superficies confortables y situadas a cierta altura, como una cuna o un cambiador, pueden ser muy atractivas para nuestro gato y puede querer utilizarlas para dormir y descansar en ellas.

Si no deseas que el gato utilice estos objetos, cúbrelos con papel adhesivo. A los gatos no les gustan las superficies pegajosas y por tanto las evitan.
Tampoco les gustan las superficies inestables, por lo que otra idea es calzar una de las patas de la cuna para que cuando el gato se suba, la cuna se mueva bruscamente, lo que hará que el gato la rechace. Otra posibilidad es cubrir la cuna o el moisés con una red.
Usando estos trucos antes de que el bebé llegue a casa, haremos que estos objetos dejen de ser acogedores y que nuestro gato aprenda que no son sitios adecuados para el.
Si los cambios suponen que hay que mover el comedero, bebedero, arenero o sus zonas de descanso, deben proporcionarse sitios alternativos y permitir que se adapte a ellos antes de la llegada del bebé.
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Para los gatos son muy importantes los olores, durante el embarazo podemos impregnar zonas de la casa con la futura colonia del bebé.
Después del parto y mientras estés en el hospital, es recomendable que alguien lleve ropas y objetos con el olor del bebé a casa para que el gato pueda acercase a ellos y acostumbrarse al olor.
Debe tenerse en cuenta el comportamiento del gato: si reacciona mal al olor, reaccionará mal al bebé.
Lo normal es que reaccionen con curiosidad, siempre es bueno acompañar estos momentos con una caricia o alguna golosina para que relacionen la presencia del bebé con algo positivo.

Cuando el bebé llega a casa:
La primera regla y fundamental es que nunca hay que obligar al gato a entrar en contacto con el bebe.
Salvo que sea muy sociable, lo normal es que el gato, con todo el alboroto que se forma, se esconda, sobre todo si además hay visitas.

Cuando todo se calme, debemos permitir que se acerque gradualmente, por su propia iniciativa y siempre bajo nuestra supervisión.
Hay que tener muy en cuenta que un recién nacido, hasta los 6 meses de vida, no puede mover la cabeza ni darse la vuelta en la cuna. Por ello puede resultar peligroso un gato que buscando calor, decida echarse una siesta cerca de la cara del bebé y dificulte su respiración.
Cierra la puerta de la habitación cuando el bebé esté durmiendo.
Las feromonas sintéticas ayudan a que el gato se familiarice con la nueva situación. Deben utilizarse hasta que los gatos estén totalmente adaptados.
La mayoría de gatos se acostumbrarán a la nueva situación sin problemas. Pero si el gato reacciona con miedo, ansiedad o agresividad, significa que no está siendo capaz de adaptarse a la situación. Otro signo de estrés es cuando el gato marca con orina la cuna o el cambiador del bebé.
En estos casos es siempre mejor pedir consejo a un veterinario.
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